Campo: Por qué decir NO al uso del glifosato en el olivar
La importancia vital de la cubierta vegetal en tiempos de crisis climática
En el mundo del olivar, hay dos formas de mirar el suelo: como un simple soporte para los árboles… o como el corazón vivo del ecosistema. La primera visión es la que ha llevado a usar herbicidas como el glifosato, una sustancia diseñada para dejar la tierra limpia a golpe químico. La segunda, más sabia y sostenible, entiende que la cubierta vegetal es mucho más que “hierbas”: es un escudo natural contra la erosión, el calor y la sed.
El problema del glifosato
El glifosato ha sido vendido durante décadas como una herramienta “eficaz y barata”. Pero la factura oculta es altísima:
Impacto en la salud y la biodiversidad: la OMS lo clasificó como “probable cancerígeno”, y cada vez más estudios demuestran su efecto negativo en abejas, aves e incluso en aguas subterráneas.
Mata la vida microbiana del suelo, destruyendo la fertilidad natural.
Acelera la erosión: sin raíces que sujeten la tierra, cada lluvia fuerte arrastra toneladas de suelo fértil.
Crea dependencia química: cuanto más se usa, más empobrecido queda el terreno, obligando al agricultor a comprar más insumos.
El valor de la cubierta vegetal
Dejar crecer una cubierta vegetal es una de las estrategias más inteligentes y baratas para cuidar el olivar. Estos son algunos de sus beneficios:
Termostato natural:
Un suelo desnudo puede alcanzar temperaturas 15 ºC más altas en verano que un suelo con cubierta. Esa diferencia significa raíces quemadas, estrés hídrico y menos producción. La hierba actúa como un aire acondicionado natural.
Esponja de agua:
Las cubiertas absorben el impacto de la lluvia, reducen la escorrentía y mejoran la infiltración. El agua se queda donde debe: en el suelo, recargando los acuíferos y evitando inundaciones río abajo.
Escudo contra la erosión:
España pierde cada año más de 30 toneladas de suelo fértil por hectárea en zonas de olivar sin cubierta. Con cubierta, la pérdida se reduce hasta un 90%. Sin suelo, no hay agricultura.
Biodiversidad y equilibrio:
Las flores atraen polinizadores, los insectos beneficiosos controlan plagas y el ecosistema se regula solo. Es como pasar de un desierto a un jardín vivo.
Aceites más saludables:
Un olivo produce aceites con mayor concentración de polifenoles y antioxidantes naturales cuando está “moderadamente estresado”. Un estrés controlado (como un riego deficitario programado) puede mejorar la calidad del aceite, aumentando el contenido en polifenoles. Un estrés excesivo o prolongado puede dañar la planta, reducir la producción de frutos o afectar negativamente la calidad.
El futuro del olivar depende del suelo
En un contexto de crisis climática, apostar por herbicidas como el glifosato es acelerar el colapso. La cubierta vegetal, en cambio, es una solución ancestral y de vanguardia: lo sabían ya nuestros abuelos cuando dejaban crecer el pasto entre los olivos, y lo confirma hoy la ciencia con datos contundentes.
Cuidar la cubierta vegetal no es solo una decisión técnica, es un acto de responsabilidad con la tierra, con las generaciones futuras y con la calidad del aceite de oliva virgen extra que llega a nuestras mesas.
Conclusión
El olivar no se sostiene solo con árboles: se sostiene con el suelo vivo que los alimenta. Usar glifosato es hipotecar el futuro por una falsa comodidad, mientras que apostar por la cubierta vegetal es invertir en resiliencia, biodiversidad y calidad. En un mundo donde la temperatura sube y el agua escasea, la diferencia entre un suelo desnudo y un suelo cubierto puede marcar el destino de generaciones enteras de agricultores.
El mensaje es claro: sin cubierta vegetal no hay suelo; sin suelo, no hay olivar; y sin olivar, no hay aceite de oliva. La elección está en nuestras manos.
Fuente: FAO (Food and Agriculture Organization), Universidad de Córdoba (UCO), EFSA (European Food Safety Authority)